Para
INTELIGENTES
INTELIGENTES
Desde muy jóvenes muchos de nosotros hemos oído listas de razones por las cuales debemos caminar en pureza sexual. Dios ordena que seamos puros. La pureza es lo correcto. La impureza es incorrecta.
¿Cierto? Por completo. Pero es igualmente de cierto decir que la pureza siempre es inteligente y la impureza es siempre insensata.
Eso es. Yo lo llamo “EL PRINCIPIO DE LA PUREZA ”:
La pureza siempre es inteligente y
La impureza siempre es insensata.
No algunas veces!
Tampoco por lo general!
Siempre!!!
Dios hizo el universo de tal forma, que aquello que esta de acuerdo con su carácter, y las leyes que se derivan de ese carácter, siempre reciban recompensa. Lo que viola su carácter siempre recibe castigo.
Esto no significa que Dios intervenga directamente siempre. Su ley moral es como la ley de gravedad. El la fijó. Cuando un conductor poco cuidadoso va a exceso de velocidad por un paso montañoso helado, pierde el control y lanza su auto por un despeñadero, Dios no inventa de repente la gravedad para castigar su descuido. La gravedad ya existía.
De igual forma Dios no necesita castigar al adicto a la pornografía cada vez que toma una decisión errónea. El castigo va dentro del mismo pecado. La vergüenza y mucho más le siguen como algo normal. En Ro 1:27 dice: “recibiendo en si mismos la retribución debida a su extravío”.
Somos nosotros los que escogemos nuestro propio camino, pero cada uno viene acompañado de consecuencias inevitables.
Algunas veces los caminos son peligrosos, pero Dios nos ama lo suficiente como para ponernos letreros de advertencia: “nada de relaciones sexuales fuera del matrimonio”. No los tenemos que obedecer. Pero si tenemos que soportar las consecuencias.
En la pureza hay seguridad. En la impureza siempre hay riesgo. La pureza siempre nos ayuda. La impureza siempre nos hace daño. La pureza siempre es INTELIGENTE. La impureza siempre es insensata.
Mt. 7:24-27 “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”.
Jesús no mide la obediencia por su virtud, sino por su sabiduría. Aquel hombre se condeno a si mismo a “gran ruina” por sus propias decisiones. Sin embargo el hombre no justo, sino “prudente”, sencillamente ha sido listo.
Satanás gana ventaja cuando logra que nos preguntemos: “¿debo hacer lo que Dios me ordena… o debo hacer lo que es mejor para mi?” la forma misma en que planteamos la pregunta demuestra lo fuertemente que hemos sido engañados.
No vamos a escoger el camino de Dios constantemente, mientras no lleguemos a comprender que ese camino es SIEMPRE el mejor para nosotros.